Retomo el asunto que abordaba hace un par de entradas. Decía Edison, (1847-1931) que “una experiencia nunca es un fracaso, pues siempre viene a demostrar algo”. Pero dicho esto, por otra parte el fracaso, emocionalmente, es una frustración que pone en jaque nuestra autoestima. Y esto es lo más difícil de gestionar; pero no es imposible. Como ante cualquier problema que se plantee, solo con análisis de la situación y aceptación de la misma es posible el tratamiento. Y no se trata de resignarse, sino de tomar conciencia. No es la primera ni la última vez que enfrentaremos tanto a nivel colectivo como individual, situaciones adversas. Por ello es importante llevar en nuestra mochila una competencia que hoy nos parece imprescindible, pero que es tan antigua como la humanidad: saber gestionar el fracaso. “El éxito es aprender a ir de fracaso en fracaso sin desesperarse” que diría el político británico Churchill (1874-1965). Es lo que algunos han llamado la “competencia del náufrago”, y que tan televisivamente encarna el aventurero Bear Grylls en la serie “El último superviviente”. Podría definirse como la capacidad para sobrevivir en las peores condiciones y que descansa en dos ejes:
- la capacidad para analizar la situación, identificar y controlar las amenazas, y decidir cómo superarlas utilizando todo lo que hay a nuestro alcance, aunque tengamos que darle un uso distinto de aquél para el que estaba concebido.
- la capacidad para mantener la energía interior necesaria y no caer en la depresión y renunciar. Porque como advertía el revolucionario francés Marat (1743-1793): “no existe el fracaso, salvo cuando dejamos de esforzarnos”.
El primero de los ejes mencionados exige creatividad y flexibilidad para adaptarnos al cambio, pero siempre sobre una base de preparación y conocimientos que cuanto más amplia sea, más oportunidades nos proporcionará. Seamos conscientes de que, según el Barómetro del Centro de Investigaciones Sociológicas del pasado mayo, la educación aparece como el quinto principal problema actual en España, y que más del 31% de los españoles entre 18 y 24 años ha abandonado sus estudios sin finalizar la enseñanza secundaria, duplicando la tasa de fracaso escolar de la Unión Europea.
El segundo, implica gestionar nuestra motivación independientemente de los estímulos externos, porque como decía el entrenador de fútbol americano interpretado por Billy Bob Thornton en la película Friday night lights (2004): “no hay diferencia entre ganar y perder; sólo en cómo te trata el mundo exterior, pero no el interior… “
Si disponemos de esa competencia en la actualidad no es la pregunta correcta; la pregunta es si estamos dispuestos a mejorarla. Como advertía el industrial Henry Ford (1863-1947), “los que renuncian son más numerosos que los que fracasan” y de nuevo Churchill, que lideró a Gran Bretaña durante la II Guerra Mundial nos resume el concepto: “el éxito no es definitivo, el fracaso no es fatídico. Lo que cuenta es el valor para continuar”.